lunes, 20 de febrero de 2012

LA ESCRITURA TRANSGENÉRICA DE SERGIO CHEJFEC

Baroni: un viaje
Sergio Chejfec
Editorial Candaya, Les Gunyoles ( Avinyonet del Penedés) 2010, 191 páginas.

Confiesa Sergio Chejfec que para él la literatura fue un verdadero acto de voluntad. Sus orígenes familiares son polacos y judíos, pero el yiddish fue en su niñez una lengua fantasma, un muro que le impedía comunicarse con sus hermanos. Además en su familia no se leía. Pero decidió ser escritor, expresar mediante una lengua que no traicionara sus orígenes, lo que deseaba exponer. Y hoy en día se ha convertido en uno de los escritores más originales e innovadores de las letras latinoamericanas. Su literatura refleja en buna medida sus vivencias como emigrante: argentino de origen polaco, emigrante en Venezuela y asentado ahora en Nueva York. Y sus personajes comparten esa condición de perpetuo desplazamiento. Personajes flotantes que deambulan de un sitio a otro, caminantes. Su literatura es ajena al realismo, aunque las novelas que escribe ahora, al contrario de sus primeras creaciones, no están ancladas exclusivamente  en la ficción. Incorporan discursos no narrativos, tomados de los distintos saberes humanos, y con una fuerte presencia de objetos enigmáticos, sobre todo obras de arte, como si la realidad nos estuviera mirando. El vínculo con esos objetos es el motor de arranque de muchas de sus historias.
Baroni: un viaje comparte en buena medida estos postulados. Es ante todo una novela híbrida: ensayo, crónica, anotaciones diarias, testimonio, combinación de anécdota y experiencia. Novela, biografía, reflexión y diálogo con el arte y con los objetos artísticos. En este texto no hay ningún núcleo diegético; la historia es un desplazamiento y en ese viaje se concentra el relato. En el viaje y en un personaje: Baroni. Mas Baroni es un personaje vivo, real, una mujer, excéntrica artista popular en su ancianidad, talladora de imágenes policromadas, convertida en centro de la novela. Rafaela Baroni, una artista popular venezolana que habita los pedregales y hondonadas de Boconó, estado de Trujillo,  en las estribaciones andinas venezolanas. Talla figuras de madera con motivos religiosos, digiere mitos populares, es víctima de episodios de catalepsia, muere y resucita con cierta frecuencia, cura enfermos, lee el futuro de las personas, se casa de mentiras.
Rafaela Baroni, siendo joven, había huido de la casa de sus padres, después de abandonar a sus hijos de corta edad por temor a asesinarlos en uno de sus arrebatos de locura. Permaneció escondida en el cementerio de Boconó, durmiendo entre las tumbas porque, “con la muerte había establecido un vínculo más habitual de lo que cualquiera en Boconó pudiera suponer” (página 36). Y comienza a tallar figuras que Chejfec interpreta como rastros de su pasado. Tal es el caso de la figura de una mujer en la cruz: la juventud apagada, la feminidad cautiva, el cuerpo crucificado.
Pero la novela no se yergue sobre la peripecia existencial de la protagonista, sino sobre los pensamientos y cavilaciones del narrador ante lo que transmiten las figuras de Baroni: silencio pero también existencia, porque poseen esa engañosa capacidad de conferir vida. Sergio Chejfec sigue el rastro de esta mujer por los caminos de Venezuela, la observa también atentamente en sus tallas. La novela se convierte así en una suerte de incursión a las interioridades del ser de las personas y de sus obras.
El relato, como ya señalé, se concentra en el viaje por los caminos, ciudades y pueblos de Venezuela y en ese personaje singular al que mira, analiza y lo sitúa en los diversos tiempos de su estadía existencial.
Sergio Chejfec
Libro complejo y a la vez perturbador. Indigerible para aquellos paladares que se alimentan con banales aventuras y best – sellers. Pero, a la vez, narración profunda y vanguardista, sobre todo porque rompe con las fronteras genéricas. En sus páginas conviven la ficción, el ensayo, una suerte de bitácora de viajes e incluso análisis de obras de arte. La sola ficción, como confiesa el escritor, no sirve para entender los misterios del alma de un personaje tan singular como esta anciana que esculpe tallas policromadas, manifestaciones autónomas e incluso divergentes, de unas pocas existencias capaces de replicarse. Esto es Baroni: un viaje. Un periplo por pueblos y ciudades del altiplano venezolano, una poética del paisaje, un homenaje así mismo a poetas y a pintores raros y desconocidos, y sobre todo un encuentro con un personaje capaz de recuperar vida y cultora de la muerte.

Francisco Martínez Bouzas
El Santo Médico y mujer crucificada, escultura de Rafaela Baroni
                                          
                          

1 comentario:

  1. Hola Francisco,que preciosidad has hecho aqui.
    Estoy encantada de pasear por este espadio tuyo.
    A ver si charlamos un ratito en algún momento.
    Un saludo.
    Carmen

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