lunes, 1 de octubre de 2012

LOS RELATOS EUROPEOS DE MARIO MARTÍN GIJÓN

  
  
Inconvenientes del turismo en Praga y otros cuentos europeos
Mario Martín Gijón
RKK Ediciones, Oviedo, 2012, 209 páginas.

 
Hay buenos o incluso excelentes originales a los que una mala edición, una edición cicatera convierte en malos libros. Y estos ocho textos de Mario Martín Gijón, de tamaño medio, cercanos algunos a la novela breve, son un buen ejemplo. Más de doscientas páginas que exploran con la ficción los mapas europeos y lo hacen de forma más que notable, terminados de imprimir el día en el que se conmemora el cuadragésimo aniversario de la proclamación de las libertades de prensa en Praga -una ciudad de estas geografías-, no pueden ni deben hacer presente su recepción y consumo en un formato editorial de mini libro ni con un minúsculo tamaño tipográfico.
   El paratexto editorial no arruina sin embargo el libro de Mario Martín porque su escritura es de las que se defienden por si solas. En mi opinión, en efecto, estamos ante un narrador que ficcionaliza con soltura y profundidad una carga diegética de gran calado y que es preciso leer teniendo en cuenta sus dos grandes referentes: cuentos enmarcados en ciudades europeas, en la Europa gloriosa, continente adelantado de derechos y libertades y en la Europa que esclaviza a las personas, hace que se vendan o que por ella transiten como  seres clandestinos. Un registro culto, rebosante de connotaciones de la literatura y de la cultura europea, es otra marca de la casa de estos ocho relatos de Mario Martín.
   El libro, como digo estructura su bagaje diegético en ocho historias, cuya centralidad corresponde, en mi opinión, a la que rotula la publicación: “Inconvenientes del turismo en Praga”. Huyo de la tentación de convertirme es “spoiler” de esta historia de gran calidad y riqueza literaria. Simplemente apunto que es un relato sobre el desencanto: el artista escultor transita de decepción en decepción, hasta perder el rumbo y sentir la necesidad de convertirse en otra persona, por la Checoslovaquia comunista, por la ciudad de Praga donde parece que estaba surgiendo algo nuevo, por el Chile de Salvador Allende, por el capitalismo con el conformismo y la poca originalidad. Desencanto semejante al de una mujer española, sumida en una crisis sentimental, de turismo en Praga. Ambos personajes confluyen en el desenlace.
   Mas hay otros relatos de Mario Martín que merecen igualmente ser resaltados. Tales como “El último guerrillero” que  evoca un doble exilio: el del luchador antifascista español que rememora las jornadas inolvidables en que, cargado de tristezas, se ve obligado a abandonar la España republicana, los atentados a su dignidad y  a la de tantos compatriotas en Argelès-sur Mer donde fueron considerados por los franceses como “heces de la anarquía mundial” y su regreso a España con la fortaleza intacta para continuar una inútil lucha.  “Morir en Lisboa” es un viaje en tren a la ciudad de Lisboa para recuperar los recuerdos, la nostalgia y realizar un ejercicio de expiación tras lustros de olvido. “El destierro en Bugibba” es a su vez la historia de otro naufragio existencial, matrimonial, de enfrentamientos con el angustiado mundo interior del protagonista desterrado en Malta, con un final feliz que convierte el destierro en una esperanza, regalo de aniversario quizás de la esposa desaparecida. Y del Mediterráneo la escritura de Mario Martín nos trasplanta a otras cartografías y ambientes que conoce muy bien: Saint Avold, una villa de la región de Lorena en la que presenciamos los problemas y dificultades de enseñar alemán, provocados por los recuerdos de las pasadas afrentas germánicas y las conmociones del protagonista ante  los adolescentes. Es la historia del relato “Cuestiones de literatura alemana”.
   De semejante hechura, aunque localizados en otras ciudades o ambientes europeos (Oxford, Alemania, Polonia), el resto de los relatos anclados en geografías literarias, pero con protagonistas emergiendo de las mismas con sus historias de renuncias, trampas, esperanzas…
   Mario Martín orquesta  un ambicioso trabajo de esmerilado, no exento de connotaciones o pequeños guiños metaliterarios (un autor a veces autorreferencial que habla de si mismo, aunque disfrazado de traductor). El resultado son ocho láminas de historias de naufragios vivenciales, familiares, de seres enfrentados con su angustioso mundo interior.
   Sorprende la habilidad y agudeza con las que se formulan las grandes cuestiones del ser humano: la derrota, la esperanza, el desencanto, el deseo, el sometimiento, las trampas a las que los pobres emigrantes sucumben en la Europa rica…cobran vida en los personajes de estos relatos, hasta el punto de permitirnos vernos retratados en ellos. Las incorporaciones intertextuales que concentra el texto con referencias a la cultura europea y a la música, más sin estorbar, los fulgores de una prosa cristalina y muy elaborada convierten estas narraciones de Mario Martín en un producto literario de gran calidad, apto sobre todo para paladares que saben degustar la verdadera literatura.

Francisco Martínez Bouzas


Mario Martín Gijón

Fragmentos

“Pero qué digo. No me siento con fuerzas para criticarla ni culparla de nada. Desde esta habitación, cierro los ojos y me traslado de nuevo a la playa de Caparica por donde ayer paseé mi fracaso antes de regresar derrotado a este hotel donde agonizo. Veo las olas rompiéndose una y otra vez contra esos negros roquedos, y pienso que la marca del tiempo acaba por erosionar las convicciones más firmes y amenaza desmoronar los pilares sobre los que construimos nuestras vidas. Seguramente, si viviéramos doscientos o quinientos años, como según Philippe harán los hombres del futuro, no quedaría ninguna convicción incólume y cada persona se volvería ajena a lo que fue en su siglo anterior de vida. Si antiguos comunistas se convirtieron en reaccionarios, quizás con el tiempo se hicieran revolucionarios de nuevo. La fe  de las personas más convencidas terminaría por tambalearse, y los ateos más fervorosos quizás se estremecerían ante la duda”.

…..

“Nunca pensé que la libertad tuviera este rostro. Esta frase, patética, desencantada, quizás algo cursi para un escultor, suscita una cadena de preguntas. ¿Cuál? ¿Qué rostro? ¡Con qué facciones, con qué expresión? Por más que me esforzaba no lograba encontrar la expresión que convenía a la libertad que nos había llegado. Después de esperarla tanto no la reconocíamos, y hablo en plural porque creo que no era el único que se sentía confuso. (…)
Los rusos se habían ido, pero vinieron otros extranjeros, cuya presencia ruidosa y avasalladora impedía ver en qué nos íbamos convirtiendo nosotros. Nuestra Praga, la Mater Urbium en la que habíamos pensado como una princesa a la que había que rescatar del ogro soviético, parecía ahora una chica fácil y aburrida, deseosa de venderse a los visitantes. Las chicas praguenses  que en nuestra Primavera del 68 provocaban con picardía y desprecio a los toscos invasores militares habían dado paso, tras nuestra revolución de terciopelo, a las prostitutas de los innumerables clubs a los que acudían patanes con libras o marcos a gozar de una belleza inasequible en sus países. La melancolía y la resignación fueron arrolladas por una ola de chabacanería”.

(Mario Martín Gijón, Inconvenientes del turismo en Parga y otros cuentos europeos, páginas 39, 99-101)