El móvil
Javier Cercas
Tusquets Editores, Barcelona, 110 páginas
(LIBROS DE FONDO)
El móvil (1987) es la primera obra
narrativa de Javier Cercas (Ibahernando, Cáceres, 1962), escrita y publicada a
sus veinticinco años, mientras era profesor de la Universidad de Illinois. Al
rebufo del éxito de Soldados de Salamina
(2001) que transformó al autor en un escritor de masas, Tusquets Editores la
recuperó en el año 2003. Con posterioridad a Soldados de Salamina, Javier Cercas ha publicado otras novelas,
entre ellas La velocidad de la luz (2005), Anatomía de un instante (2009) o Las leyes de la frontera (2012). Javier Cercas, traducido a más de
veinte idiomas, saltó a la fama también en el año 2011, por motivos extraliterarios,
aunque relacionados con el papel de la ficción, al reivindicar el derecho a
“una verdad irónica y emancipada de la tiranía de lo literal” y al afirmar que
el periodismo es un ensayo de comprensión imaginativa del presente. Contra
tales afirmaciones polemizó Arcadi Espada que fabricó una verdad moral a partir de una mentira láctica, manteniendo
en un periódico que Cercas había sido detenido en una operación contra la
“explotación sexual”.
Mas El
móvil es una novela corta muy anterior a estas polémicas y al éxito de
Cercas como escritor. Es uno de esos libros que, por no lograr en su día el
mínimo reconocimiento del mundo de las letras, provocaron que su autor postergara
sus aspiraciones literarias para volver resignado a sus trabajos precedentes: la docencia y el
periodismo. Cuando Tusquets Editores rescató el texto de Cercas, muchos
lectores, como afirma el académico Francisco Rico en la “Nota de un lector” que pone el punto final a la edición,
engolosinados por Soldados de Salamina,
se volcaron sobre esta nouvelle provocando que las reediciones
se sucediesen una tras otra.
En Soldados
de Salamina, Javier Cercas que defiende, con indudable acierto, el derecho
a utilizar la ficción en la narración de hechos reales, introduce en la trama
de su relato a muchos personajes reales, entre ellos a Roberto Bolaño que, con
naturalidad y convicción, hace un elogio de El
móvil. Bolaño realiza en dos líneas una perfecta sinopsis de El móvil: “…creo que había un cuento muy
bueno sobre un hijo de puta que induce a un pobre hombre a cometer un
crimen para poder terminar su novela”.
Tanto En
Soldados de Salamina como en El móvil,
el autor y sus protagonistas tienen las mismas
obsesiones: articular libros que posean como eje central la escritura
del propio relato que se está leyendo.
Narraciones, pues, centradas en el mismo
proceso que lleva a redactarlas. Profusa metaliteratura recorriendo los relatos
ficcionales de las dos novelas de Cercas.
En El móvil, Álvaro, el
protagonista subordina su vida a la literatura y, tal como se nos dice al
inicio y al final de la nouvelle,
tomaba muy en serio su trabajo porque consideraba que la literatura es una
amante excluyente, que demanda entrega y devoción absoluta y no se la puede
dejar en manos de simples aficionados. Se decide por la novela y no por ningún
otro género, al descubrir que ningún instrumento podía captar con mayor
precisión y riqueza de matices la prolija complejidad de lo real. Su obsesión
por escribir la obra definitiva, su convencimiento de que en toda obra de
ficción solamente hay un uno por ciento de inspiración (el resto es
transpiración) y su afán perfeccionista de representar con absoluta
verosimilitud los conflictos de ficción,
le empujan a provocarlos.
Busca por consiguiente “modelos reales” a
los que incluso se les sugiere comportamientos que reflejen la trama novelesca
que crean en su imaginación. Pero el escritor protagonista no se da cuenta de
que, a pesar de sus esfuerzos y maquinaciones, la realidad humana jamás es tan
gobernable como una pieza de ficción. Y en eso precisamente consiste el triunfo
de la literatura, perfilado en esta pequeña pieza primeriza de Javier Cercas,
pero dotada de una perfección y de un virtuosismo que con Francisco Rico y los
deseos del propio autor, no dudo en compararla a una perfecta pieza de
relojería. He aquí pues una de las razones que me mueven a rescatar a esta
novela del fondo del armario y presentarla a los lectores de hoy.
Francisco
Martínez Bouzas
Javier Cercas |
Fragmentos
“Álvaro
(…) Juzgaba que la literatura es una amante excluyente. O la servía con entrega
y devoción absolutas o ella lo abandonaría a su suerte. Tertium non
datur. Como todas las otras artes, la
literatura es una cuestión de tiempo y trabajo, se decía. Recordando la célebre
sentencia que sobre el amor había dictado un severo moralista francés, Álvaro
pensaba que la inspiración es como los fantasmas: todo el mundo habla de ella,
pero nadie la ha visto. Por eso aceptaba que toda creación consta de un uno por
ciento de inspiración y un noventa y nueve por ciento de transpiración. Lo
contrario era abandonarla en manos del aficionado, del escritor de fin de
semana; lo contrario era la improvisación y el caos, la más detestable falta de
rigor.”
…..
“Al
llegar a su casa, Álvaro estaba convencido de que el anciano del último piso
era el modelo ideal para el anciano de su novela. Su silencio lleno de aristas,
su decrepitud levemente humillante, su aspecto físico: todo concordaba con los
rasgos que reclamaba su personaje. Pensó: «Esto facilitará las cosas».
Resultaba evidente que, al reflejar en su obra un modelo real, sería mucho más
sencillo dotar de una carnadura verosímil y eficaz al personaje ficticio;
bastaría con apoyarse en los rasgos y actitudes del individuo elegido,
sorteando de este modo el riesgo de un salto mortal de la imaginación en el
vacío, que sólo prometía resultados dudosos.”
(Javier Cercas, El
móvil, páginas 16, 27-28)