Apuntes de un vendedor de mujeres
Giorgio Faletti
Traducción de Juan Manuel Salmerón
Editorial Anagrama, Barcelona 2012, 387 páginas.
“Me llamo Bravo y no tengo picha”. Así da comienzo
la quinta novela de Giorgio Faletti (1950), antiguo actor de cabaret, autor de
novelas de gran éxito comercial, sobre todo en EE. UU, padre del “spaghetti-thriller
pero que en Apuntes de un vendedor de
mujeres ha dado un giro radical a su narrativa, reconocido por el mismo
director de Anagrama que admite que la novela de Faletti no se aleja de la
línea editorial de la casa. Y seguramente tiene razón Jorge Herralde porque en Apuntes de un vendedor de mujeres el
lector no solamente va a encontrar la gran inventiva que se percibe en su
primera incursiones literaria, Yo mato,
un best seller en Italia solo superado por El
nombre de la rosa, sino también una escritura de calidad y una buena
armazón narrativa al servicio de una trama explosiva que la convierten en la
gran novela negra de los años de plomo de Italia. Una trama laberíntica,
plagada de sorpresas, un ambiente que estimula el aliento creador y, sobre
todo, un gran personaje que Faletti supo colocar en el escenario apropiado.
Se hace llamar Bravo, es un hombre castrado,
sacrificado por las leyes de la mafia, pero al que no ha abandonado el estímulo
sexual. Y decide mediar en el comercio de la compraventa de cuerpos, porque
comprende que hay bellas mujeres dispuestas a vender el suyo y hombres así
mismo propicios a pagar por él.
Abril, 1978. En Milán, la capital lombarda,
que se prepara para convertirse en la “Milano da bere”. Una ciudad centro del
poder y caracterizada por un difuso bienestar, por la emergencia de arrivistas,
restaurantes de lujo, casas de juego clandestinas, con los capos mafiosos
sicilianos comprando sin dificultad la resistencia de la sociedad civil,
policías corruptos, corrompidos igualmente muchos de los altos poderes del
Estado. Aldo Moro secuestrado y condenado por las Brigadas Rojas, concesiones
amañadas, tráfico de influencias, sobornos, elecciones fraudulentas. En esta
ciudad de días y noches de plomo se concentran los personajes más variopintos,
gente de la moda, de los negocios, gente de la noche, gente de mierda. Todos
con dinero. Y las mujeres de Bravo. Son las mejores, las más costosas, las más
discretas. Bravo las vende. Es un chuloputas que se considera honesto:
solamente pone en contacto la oferta y la demanda. Por eso las mujeres de su
“escudería” no tienen reparo en decirle: contigo es bonito. Porque, quizás para
resarcirse de un deseo a veces desgarrador a pesar de su mutilación sexual, ha
convertido a las mujeres en un instrumento de comunicación con el mundo.
Mas la vida de este proxeneta es una larga
noche en blanco que transcurre en compañía de desesperados. Solo un amigo que
parece normal: su vecino, Lucio, un gran guitarrista “ciego” con el que
comparte la pasión por los criptogramas. La repentina irrupción en su vida y
“escudería” de Carla, una joven mujer que, para huir de la pobreza, decide
entrar en el mundo de la prostitución y que remueve en Bravo sensaciones
dormidas, no significará para él el inicio de una nueva vida, sino el comienzo
de un mal sueño, una terrible pesadilla que lo tornará en un hombre vendido por
sus mujeres, perseguido por la policía, los servicios secretos, la mafia y las
Brigadas Rojas. Encaja perfectamente como chivo expiatorio de una serie de
homicidios y masacres que sacuden Milán. Para salvarse solamente podrá contar
con su mente genial y con la habilidad y sangre fría de quien ha visto la
muerte de cara y ya hecho un balance en su vida. Pero se enfrenta a poderes y a
una violencia tan criminal y canallesca, imperante en esos años de plomo, que,
a su lado, su proxenetismo parece una inocente insignificancia.
Giorgio Faletti escribe un thriller
explosivo, un “noir” que quita el aliento y no da respiro; construido a base de
una intricada red de misterios y al mismo tiempo de una eficaz simplicidad,
ofrece una panorámica muy verosímil de la Italia de a finales de los años
setenta, donde nadie ni nada, ni siquiera el bien y el mal, es lo que parece.
Francisco
Martínez Bouzas
Giorgio Faletti |
Fragmentos
“Lo
de Laura es otra historia, mucho más delicada. Trabaja de modelo, no de mucha
categoría, pero de manera regular, y redondea sus ingresos con lo que gana
gracias a mi. Una noche fuimos juntos al Ascot y allí la vio Salvatore Menno,
alias el Tulipán. Lo llaman así porque en piazzale Brescia tiene un puesto
donde en invierno vende flores y en verano sandías. Claro que esta es la
tapadera. En realidad es un delincuente que trabaja para Tano Casale, un capo
que se disputa Milán con Turatello y Vallanzasca. El subnormal la compró una
noche y luego quiso tenerla gratis y que le fuera fiel. Lo siguiente fue
atizarle. Laura es una mujer como cualquier otra y por lo tanto interesa poco
como persona. Pero, como realidad laboral, es muy rentable y no puedo
permitirme tenerla inactiva por estar llena de morados.”
…..
“Al otro lado contestan enseguida.
-Sí.
-Soy Bravo.
La voz de mi interlocutor es seca y
directa, acostumbrada a mandar.
-Necesito tres chicas.
Sin ceremonias. Sé muy bien que el
hombre del otro lado de la línea me desprecia por lo que hago. Supongo que
imaginará que yo le desprecio a él de la
misma medida, por lo que me pide que haga. A ninguno de los dos nos importa.
Cada uno tiene lo que esotro necesita. En su caso, dinero. En el mío, mujeres
bellas que cierran el pico. Doy y recibo. Todo funciona bien si el juego es
justo.”
…..
“El
Giulietta recorre a velocidad moderada viale della Liberazione.
Milán
se ha encendido y se apresta a celebrar un nuevo rito nocturno. Se verán los
mismos personajes de siempre. Ricos, pobres, policías, delincuentes, artistas y
putas. A veces las caras cambian, los papeles nunca, de modo que siempre cuesta
saber quién es quién. Con una pequeña diferencia en lo que a mi concierne. Las
cosas a mi alrededor han viajado a la velocidad de la luz. Para el resto del
mundo no ha pasado más que una semana, para mi han pasado años.
Demasiada
sangre, demasiados muertos, demasiada cruda realidad.
La
realidad a la que voy a hacer frente”.
(Giorgio Faletti, Apuntes de un vendedor de mujeres, páginas 39-40, 100, 332)