viernes, 18 de octubre de 2013

CRONOLOGÍA NOCTURNA DE LA DESOLACIÓN URBANA



Cementerio de elefantes
Fran Alonso
Traducción de Iolanda Mato
Pulp Books, Cangas do Morrazo, 2013, 119 páginas

   Pulp Books, un sello de Rinoceronte Editora, que apuesta por ofrecernos en español algunos de los  títulos más representativos de la narrativa gallega actual, recala esta vez en Fran Alonso, un escritor polifacético y muy singular que frecuenta todos los géneros: periodismo cultural, lírica, narrativa en formato corto, novela, literatura juvenil). Cementerio de elefantes (Cemiterio de elefantes, 1994, en el original gallego) es la segunda aportación de Fran Alonso en el terreno de la narrativa, después de haber ganado en 1991 el Premio Blanco Amor con su novela Trailer. Fran Alonso es sin duda uno de los autores que han aportado propuestas innovadoras en las letras gallegas, como, por ejemplo, narrar en Trailer la vida de los camioneros gallegos por las carreteras españolas y europeas sin ocultar su visión del mundo. Algún estudio sobre la narrativa gallega de finales del pasado siglo ha etiquetado a Fran Alonso como visitante ocasional de las corrientes de narradores heterodoxos metaficcionales que reniegan de las categorías narratológicas fundamentales, como las del narrador o del personaje, entre otras.
   Cementerio de elefantes  es un viaje a la noche. A la noche de una ciudad portuaria, dura y clandestina como Vigo. Un viaje literario a las incontables náuseas de la noche, poblada de personajes atípicos, verdaderos antihéroes, que se debaten entre el sueño, la frustración, las extremas transgresiones. Son ellos personajes noctámbulos que hacen de la noche su hábitat, engullidos por la nocturnidad en sus encuentros depresivos, violentos o a veces sensuales y eróticos. Elefánticos en definitiva. Porque es una fauna de elefantes la que puebla la noche viguesa, que se desplaza, sorda e inexorable, hacia el amanecer.
   Al compás de las horas, nueve relatos breves recorren la urbe viguesa tras los pasos de esa fauna de elefantes. Son los protagonistas de la noche: licenciados o doctorandos reconvertidos e recogedores de basura; la cajera de un super que es víctima de un violador; vagabundos engullidos por las sombras en sus entrañas depresivas; la campesina del rural que inútilmente suplica que en la farmacia de guardia le vendan Voltarén para curar a su cerdito; la brutalidad verbal y profesional del dentista nocturno; periodistas desmotivados que deben llenar las ondas de contenidos estúpidos; guerrilleros aluniceros de iglesias; drogatas que con coca consuelan sus depresiones; insomnes incapaces de enfrentarse al día por las mañanas, fracasados incluso en el sexo, esclavos de ansiolíticos; taxistas estafados, piratas urbanos, vendedores de tabaco americano; prostitutas; caducos macarras, violadores, vagabundos atrapados por la noche en sus extrañas depresiones.
   De nuevo, y como en Males de cabeza, prosas extremas, conmocionadas que ponen ante nuestros ojos, de forma a veces vitriólica y estremecedora,, otras, sumamente tierna, las punzantes brechas de la posmodernidad.. Motivos recurrentes en ese ya gran macrotexto de Fran Alonso: la soledad, la incomunicación, el desengaño y las mil llagas y miserias de nuestros días en los espacios urbanos. Fran Alonso hace confluir a varios de sus elefantes nocturnos en un Refugio: “Corazones Solitarios”, todo un símbolo, una metáfora de la noche viguesa, esa noche que nos envejece a todos.
Narrados en primera o tercera persona, punteados los relatos al hilo del paso de las horas nocturnas, encadenando historias y personajes en una acertada y fructífera intertextualidad con obras anteriores. Es el caso de Lino, camionero en Trailer, o la mujer que trae cada día el barco de Cangas y consume su s jornadas haciendo tortillas para los obreros, que remite al poemario Tortillas para os obreiros. Escritura necesariamente fragmentaria y sobriedad narrativa que acrecienta el efecto sobrecogedor de estas historias. Altamente recomendable pues este libro de Fran Alonso, sobre todo para aquellos que quieran disfrutar en español de la estética del autor. Estética comprometida,  a la altura también de nuestro tiempo. Estética de lo que somos y de lo que tenemos, reflejada a través de estas historias tan hermosas como brutales y estremecedoras.

Francisco Martínez Bouzas



Fran Alonso

Fragmentos

“Traté de acelerar el paso porque sentía frío en las piernas, pero aquella falda tan ceñida no me dejaba caminar muy deprisa. Con el avance de la noche aumentaba el frío y los vagabundos que dormían en los portarles de las casas o de los comercios se cubrían con grandes cartones como queriendo amortiguar un poco su desgracia. Viejas rodeadas de bolsas de basura, jóvenes solitarios con el estigma de la heroína en los ojos ensangrentados, lúcidos personajes de gabardinas amarillas que un día decidieron perder la cordura, hombres con la botella de vino en las manos, todos personajes múltiples pertenecientes a una extraña fauna nocturna que me mantenía tan horrorizada como maravillada. Las noches en que acudo a visitar ami novio a la discoteca me recreo en ese paseo solitario que tengo que realizar para retornar a casa. Disfruto de él porque me mantiene expectante y hechizada dentro de esa moler en la que me he sumergido y eso hace que sienta pasión por la noche.”

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“La noche nos hace viejos prematuros. A todos. A los que estamos de este o de aquel ladote la barra, esa frontera que afortunadamente nos separa y que yo recorro incansablemente durante toda la jornada. Pero la noche nos gasta a todos, nos consume para envejecernos antes de tiempo.”

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 “Es la noche. Estoy acostumbrado a moverme entre la fauna de los que se van sin pagar, de los jugadores de billar, de los que piensan que ofreciéndole costo al camarero ya pueden ir de legales, de los que levantan las copas donde pueden, de los que se  encierran en los baños, de los que vienen a controlarte y vuelven de madrugada -o por el día- para levantarte el equipo de música, de los clientes habituales con derechos adquiridos, de los que, total, solo viene una vez, de los que quieren abrir cuenta porque son de buena familia, de los que vienen por la puerta a venderte dos botellas de wiski muy baratas, de los que saben de todo y te lo quieren explicar, de los que invitan a todo cristo, de los que salieron de casa sin dinero pero, ah, te ofrecen el carné de identidad, de los colegas que aseguran estar también de este lado de la barra.”

(Fran Alonso, Cementerio de elefantes, páginas 15, 59,62)