lunes, 9 de diciembre de 2013

HISTORIAS AL FILO DE LO COTIDIANO O NO TANTO



¿Habla usted cubano?
Marieta Alonso Mas
Talleres de escritura creativa Clara Obligado, Madrid, 2013, 78 páginas.

   Marieta Alonso, cubana de nacimiento transterrada en Madrid ya desde hace muchos años, pierde su virginidad literaria -afortunada metáfora de su abuela/profesora, Clara Obligado- con este libro en solitario. Con anterioridad sus relatos habían visto la luz en otros medios de maternidad colectiva: revistas y antologías. Y la pierde en la microficción, en el relato breve, porque por algún sitio/género se ha de comenzar, como ella misma confiesa; pero con la clara conciencia de los retos que asume: jugarse la vida en las primeras líneas, como diría Andrés Neuman y, si se sube la apuesta, jugárselo todo en contados párrafos. Pero la autora asume estos retos con atrevimiento y a la vez con el temblor del primerizo. El resultado termina siendo a la vez bendición, estímulo, escritura sedante.
   Y así entre “Deslices”, “Inocencia”, “Entelequias”, “Locuras de amor” y “Barbaries”  -los epígrafes con los que la autora rotula las partes en las que estructura la carga diegética de sus relatos- asistimos  al nacimiento literario de Marieta Alonso, al reventar de su fantasía en un derroche de imaginación, en ingrávidas ocurrencias, a sus juegos de palabras nutridas seguramente en la materia de los sueños o en los manjares de la vida despierta, del día a día, con sus rutinas diarias, manantiales para la imaginación transformada en palabra escrita, con trabajo, voluntad y paciencia.
   Relatos breves, muchos de ellos con sabor y acentos cubanos, no mancillados por ese discutible criterio de la “traducibilidad” que suele exigir la industria editorial española y que, por consiguiente, nos permiten disfrutar de un verdadero frenesí de usos locales del idioma que con su colorido, en este caso, nos acercan a la Cuba natal de la escritora. Porque, por mucho que lo niegue unos de sus personajes, hablar el mismo idioma tiene sus ventajas.
   Es justamente la riqueza de esos usos locales de la lengua común la que alimenta la trama de algunos de los relatos, como el de la cubana que se hizo española gracias a su abuelo que era de Valladolid y que sesea haciendo honor a sus orígenes. Imaginación y un atrevido sentido del humor es lo que mana de ese español-cubano de la peluquera  de su primer relato, peluquera con “ñañarita en el calcañal”, que otea a su clientela, a las habituales y, sin mala intención, si con ella somos benévolos, se va de la lengua. ¡Menos mal que lo hace en cubano! También imaginación, amalgamada con dolor de cabeza en la delineación de ese fontanero, un verdadero “letraherido”, que se topa con Borges, con la prisión de sus laberintos y la amenaza de los fantástico y que, no obstante, le permiten ver el mar, la nieve, el vapor de agua, desiertos, el universo entero.
   Como no podía ser menos, también el circo y sus infinitas historias, con sus magos y magias, hacen acto de presencia en los relatos de Marieta Alonso, mas en este caso como vocación frustrada, mejor dicho, prohibida, porque el padre elige para el hijo un título universitario, la sustanciosa cuenta bancaria y el matrimonio con Pelo Pobre, en vez del aplauso atronador.. Y al lado de la frustrada vocación por el circo, las travesuras infantiles, convertidas poco menos que en proezas, pero no exentas de los correspondientes castigos ni del minuto de gloria.
 Y así, transitando la misma senda y luciendo una excelente capacidad para convertir el  vivir diario con sus pequeños o grandes acontecimientos, sus anhelos, temores y también pesadillas, hasta veintiséis  relatos, preñados de borbotones de ironía; historias en cuyo centro de gravedad se encuentran existencias anónimas que viven su cotidianidad o momentos singulares entre soledades, frustraciones o pequeños consuelos. A Marieta Alonso cualquier cosa o pequeño detalle le provoca una historia que su imaginación, ataviada con las galas de un humor, a veces suave otras, esperpéntico y cruel, transmuta en sueño y su habilidad con la lengua en hermosas y a la vez sencillas palabras que suscitan en nosotros, lectores, la sorpresa, la sonrisa, la placidez o el deseo de proseguir con la historia a partir de las bellas condensaciones de esta tejedora de sueños.
   Prosas, pues, muy variadas en sus planteamientos, moviéndose la voz narradora entre lo posible y aquello que solamente cobra vida en la fantasía. Pero unidas por la fina costura de una lengua pulcra, pulida que convierte así los cotidiano, lo anormal -sin que falten las locuras de amor con sirena de testigo- en material literario.

Francisco Martínez Bouzas



Marieta Alonso, en la presentación de sus libro

Fragmento

Sirenas

“Estoy desquiciada. Con lo que me ha costado conseguir a mi hombre. Él, de nacimiento y como hobby, es…el perfecto mujeriego. Como todas tenemos lo mismo, aunque a unas le luce más que a otras, utilicé la inteligencia…y me llevé el gato al agua.
Le encanta el mar. Tiene una zodiac y vamos de Santa Pola hasta la isla de Tabarca. Nos dicen que con el motor de la zodiac es una locura pero él es así. Un temerario. Me subo al bote con el corazón en la garganta porque soy de secano, ni se nadar, ni llevar una barca…, el pescado me da alergia.
Durante meses ninguna nube oteó en nuestro horizonte. La soledad de la barca nos unía lo que nunca pude imaginar. Pescaba, se daba un chapuzón y volvía a mí, que permanecía leyendo en aquella chalupa.
Una tarde nos quedamos los dos ensimismados con una  puesta de sol maravillosa, las manos unidas, mi cabeza sobre su hombro y de fondo…un canto melodioso. Nos recreamos en el sonido hasta que sentimos un peso lateral. Miramos a la vez y nos encontramos con una sonrisa preciosa y un busto de mujer meciéndose entre las olas. Su cola de pez se bamboleaba a un ritmo hipnótico. La melodía seguía acariciando nuestros oídos. Cerré los ojos y los volví abrir dos veces porque no me creía lo que estaba viendo.
Lo que es la aparición pasaba de mí. Solo tenía ojos para él y él no apartaba de ella su mirada. Sus ojos le decían lo que nunca me habían dicho a mí.
Aquel ser mágico con su mirada y su sonrisa le prometía un mundo maravilloso. La atracción se hacía patente. Mi hombre se levantó haciendo que la barca se moviera con gran peligro y sin previo aviso se hundió en el Mediterráneo.
Sigo sin reaccionar. La sirena desapareció con él…y yo estoy mar adentro.”

(Marieta Alonso Más, ¿Habla usted cubano?, páginas 53-54)