domingo, 24 de junio de 2012

"MARIPOSAS NOCTURNAS", LA ESTRELLA POLAR DEL EROTISMO

Mariposas nocturnas
Nelson Jiménez Vivero
Editorial Revista Entre Líneas, Miami (EE.UU), 2012, 99 páginas.


Médico, graduado de escritor, realizador de programas de radio en Cuba y Venezuela cantautor, columnista de varios periódicos, profesor universitario, narrador en formato breve y sobre todo poeta, poeta cubano residente en la diáspora cubana en Miami, donde actualmente dirige la emisora Punto y Seguido Radio. Así se autodefine Nelson Jiménez Vivero, y así lo defino también yo, sobre todo para los lectores de esta orilla del Océano, que tanto nos separa y que nos priva de la policromía, de todos los colores, olores y sabores de la poesía centroamericana, de la poesía caribeña.
Seis poemarios y una Coda tienen holgada cabida en esta hermosa edición de la Editora Revista Entre Líneas. “La Espera”, “El Hallazgo, “La Pareja”, “La Distancia”, “La Ruptura”, “La Historia”  y esa “Coda” que le pone el ramo a esta pulcra y bella publicación. Casi cien poemas que ven luz en este año favorito de agoreros, que no son productos de la imaginación -confiesa el escritor-, sino recuperación, a través de senderos líricos, siempre más cortos, siempre más enigmáticos, de historias de amor que jamás debieron terminar.
Como las mariposas nocturnas, esclavas de la luz, amigas de la luna, hoy rompen la obscuridad de la noche y retoman la claridad y la alegría de la existencia. Y en noche de luna llena, me dejo embrujar, en efecto por este singular yo poético instalado en el espacio vital de la soledad, un topos que destruye el tiempo, el espacio y recupera, la memoria, recobra sobre todo las huellas del amor.
Escritura nocturna quizás la de Nelson Jiménez, una agenda noctívaga donde el yo poético se propone registrar, en abigarrada diversidad, los sentimientos, los pensamientos, los recuerdos que poblaron sus noches o quizás sus amaneceres. Convencido de que esta es la chispa que enciende el fuego lírico de Nelson Jiménez, recorro sus versos, el registro periódico de su intimidad, de un yo que escribe no solo para si mismo -aunque también es esta escritura autorreferencial-, sino sobre todo para ese “tú” destinatario de estos poemas que destilan océanos de amor. Y en el recorrido me embrujan, efímeros e irrecuperables, los secretos camuflajes, las encubiertas complicidades. Los “tus” íntimos que transitan estos versos, reales pero opacados y que, sin embargo, siguen nutriendo los cardiogramas todos del alma. Y por ello mismo, ahora retornan como imágenes copiosas, como memoria, sí como memoria subjetiva –memoria de la memoria, como proclamó Agustín de Hipona-, preservadora de promesas y de resistencias.
Dejándonos perder en estos territorios de enigmática belleza, explotan emociones y sentimientos y nuestro ser es sacudido por esa gran verdad y milagro del mundo que es la poesía. Es por ello que regresamos compulsivamente a estas Mariposas nocturnas, atraídos por la luz de la llama de las velas. Y como ellas en sus vuelos, los poemas de Nelson Jiménez utilizan mecanismos de navegación, ahora que viven no solo en sus archivos digitales, sino también en nuestras lecturas. Serán los puntos cardinales, la estrella polar  del erotismo, un finísimo erotismo, que se nutre en historias de pasión, esa pasión que, como árbol frondoso, se refugia en el “bosque oxigenante”, que brota a media noche y mantiene su frondosidad en este “astro perpetuo” que apenas somos capaces de descubrir.
Poemas extremadamente sensoriales, esculpidos con igual maestría en la prosa poética, en el verso clásico y en el verso libre, sin puertas ni fronteras. Versos tallados en la limpieza y en el brillo de materiales nobles y con la belleza de un tamaño enorme. Observaciones epigramáticas, algún fragmento meta-escriturario, torrentes de materia autobiográfica pueblan la poesía e Nelson Jiménez. He aquí pues la substancia de estas Mariposas nocturnas que se completan con los Poemas del Inestar, recogidos en un CD con el aderezo de música incidental. Quizás su autor es pequeño y diminuto. Lo ignoro. Inmensos, sin embargo, los ojos y el espinazo de sus versos.

Francisco Martínez Bouzas
   





Poemas de Mariposas Nocturnas


MEJOR ARRÁNCAME EL TIEMPO

“Mejor arráncame el tiempo
que tengo ocupado en pesarte,
y los brazos con que te escribo
y  los sueños y los plazos.

Arráncame todo cuanto quiero darte,
hasta saciarme de esta necesidad enfermiza
de alcanzar la entrega.
Arráncame el olvido”
…..


MIENTRAS DORMÍA

“Anoche, mientras dormía
despertaste en mi tu sueño
y me sentí tan pequeño
que en tu bolsillo cabía.
Me sorprendió la osadía
de aquella noble figura
que buscaba una ranura
para escapar hacia el viento,
y me quedé sin aliento
entre el sueño y la locura”

…..

TU NOMBRE

“El vacío,
lleva tu nombre.
La calle, la red, la búsqueda, la crueldad
también llevan tu nombre sobre el lomo,
como un caga amarga,
lengua de mis inocencias.
Cuánto no quisiera borrar las letras,
saber que no existes, desarmarte.
Te inventé, me creí, no eres culpable,
solo yo en la locura podía concebirte,
tú nada más que pusiste el rostro,
cada rasgo implantado escapó de ti
y va quedando eso que maneja un auto
de casa en casa rebuscando su índole paralela,
eso que en tierra crece a montones,
lo que veo en cada esquina de estas ciudades
donde el amor no pudo emigrar porque era un lastre
para todos los barcos”

(Nelson Jiménez Vivero, Mariposas nocturnas,, páginas 13, 27, 69)