¿Cuánta tierra necesita un hombre?
Lev Tostói
Traducción: Víctor Gallego Ballestero
Ilustraciones: Elena Odriozola
Nórdica Libros, Madrid 2011, 66 páginas.
El conde Lev Nikoláivich Tolstói
( 1828 – 1910 ) está considerado como “el gran señor” de la literatura rusa. Su
estilo equilibrado y al mismo tiempo distante se prestaba para ser interpretado
como la transfiguración estética de la aristocracia de la que Toslstói procedía,
hasta que renegó de ella, seducido por un evangelismo populista de raíz
campesina. Su prédica moral no se quedó en gestos grandilocuentes, como la
carta que dirigió al zar Nicolás II denunciando los males del país y
proponiendo la abolición de la propiedad agraria. En su ancianidad renunció a
todas sus propiedades, incluida la intelectual, pero su familia las reivindicó
y Tosltói quedó viviendo como invitado de su mujer y de sus hijos.
Ese supremo punto de referencia de las
letras rusas tomó forma no sólo en la grandeza de sus novelas, Guerra
y paz, Ana Karénina o el tríptico de sus memorias ( Infancia, Adolescencia, Juventud ), sino también en un número casi
incontable de narraciones breves. Relatos y novelas cortas, tanto más
magistrales cuanto más cortas. Desde fábulas y apólogos de un solo párrafo,
hasta largos relatos en la frontera de la novela corta. La mayoría de las
mismas se editaron en español a comienzos del siglos XX en traducciones
indirectas a través del francés.
Entre todas ellas sobresale por su perfecta
elaboración y por la nitidez de su mensaje ¡Cuánta
tierra necesita un hombre?, catalogada en su día por James Joyce como “ el
mejor relato que se ha escrito nunca”. Se trata, al parecer de una leyenda de
tradición oral rusa, que corría de boca en boca entre los campesinos. Tolstói la
recoge y arma una perfecta parábola sobre la avaricia. Su protagonista es Pajom, un campesino pobre con el que pacta el
diablo darle mucha tierra a cambio de tenerle en su poder. Todas las “desiatinas”
que va acaparando, le parecen pocas. Hasta que se entera de que los bashkirios
son inocentes como corderos y se puede conseguir su tierra casi de balde. Y en
efecto, por mil rublos le ofrecen toda la tierra que pueda recorrer en una
jornada con la condición de regresar al punto de partida antes de la puesta del
sol. Al final, como demanda el guión, recibe el pago de la avaricia que todo el
mundo comprende.
Lev Tolstói |
Una perfecta parábola sobre el afán
acaparador de los señores de la tierra. Mas su ejemplaridad transciende el
mundo agrario y hoy en día se viste de mil maneras en la crisis económica que
han hecho que nos azote, provocada por la desmesurada ambición de los señores
de los distintos sectores de la economía capitalista.
Nórdica Libros nos sorprende con una edición
primorosa de esta narración “ejemplar”. Las ilustraciones de Elena Odriozola
han sabido captar la pulsión narrativa, el aliento y el aroma de la tierra en
la que Tolstói, vestido con blusón campesino, se dedicaba en su ancianidad a su
vocación moralista y predicaba el credo del amor universal.
Francisco Martínez Bouzas
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