Wakefield
Nathaniel Hawthorne
Traducción de María José Chuliá García
Ilustraciones de Ana Juan
Nórdica Libros, Madrid, 2011, 76 páginas.
En
una excelente edición bilingüe e ilustrada, y como celebración de sus cinco años
en la palestra editorial, Nórdica Libros rescata un cuento memorable, Wakefield de Nathaniel Hawthorne
(1804-1864), un narrador norteamericano, figura imprescindible para entender el
desarrollo de la literatura estadounidense en sus inicios. Nathaniel Hawthorne
(Hathorne de nacimiento) tuvo una vida compleja, anclada entre dos pasiones: la
literatura y el marchamo puritano, heredado de los primeros colonos que se
establecieron en Salem. Aunque escribió varias novelas de formato largo, fue
conocido sobre todo por sus relatos breves, generalmente de temática siniestra
y contenido alegórico, siguiendo los gustos de la época. Por eso no es de
extrañar que tradicionalmente haya sido considerado como un plomazo moralista,
rebosante de complejos. La crítica actual, en cambio, ve en Hawthorne un fiel
cultivador de la retórica autoconsciente.
Su
narrativa breve destaca por el estilo elegante, depurado y sumamente reflexivo.
Su contemporáneo Edgar Allan Poe celebró sus colecciones más importantes, Twice-Told Tales y Mosses from an Old Manse. Y según Borges, Nathaniel
Hawthorne es uno de los cuentistas más importantes, destacando de
forma especial Walkefield.
El
cuento nos pone en presencia de un hombre que un día sale de su casa con la
intención de realizar un corto viaje y no regresa hasta pasados veinte años,
con la particularidad de que se instala en la calle contigua, desde la que
todos los días podía divisar a su angustiada esposa. Una decisión extravagante
e incompresible. La pretensión del escritor es que el lector medite sobre este
extraño comportamiento y extraiga una moraleja. Para ello, más que referir los
acontecimientos externos, ausentes en el relato, analiza qué clase de hombre
era Wakefield, brindándonos una perfecta descripción de su personalidad: en el ecuador de su vida,
con una afectividad conyugal apaciguada, intelectual pasivo, corazón frío
aunque no envilecido.
Nathaniel Hawthorne |
Así
mismo Hawthorne pretende explicar el porqué de ese capricho que convierte a
Wakefield en un ermitaño en el bullicio de la ciudad. Y sobre todo, la
incapacidad de una voluntad débil para ejecutar lo que todos los días se dice
el protagonista: “Volveré pronto!”. Pero una noche, finalmente, regresa a su
antiguo hogar. El autor, sin embargo, decide no seguir al personaje más allá
del umbral de la puerta, porque considera que su comportamiento ya ha
proporcionado suficientes materiales para pensar y para que surja la moraleja: “En medio de la aparente confusión de
nuestro misterioso mundo, las personas están tan pulcramente adaptadas a un
sistema, y los sistemas engarzados entre sí y a un todo, que si una persona se
ausenta por un momento, se expone al aterrador riesgo de perder su puesto por
siempre, pudiendo llegar a convertirse, como le sucedió a Walkefield, en el
Desterrado del Universo”(página 54). En mi opinión Hawthorne explora una
interesante temática atemporal: la tentación del exilio interior que desemboca
a veces en un destierro exterior. Otra cosa es el tratamiento narrativo,
contaminado constantemente por la reflexión moral explícita, herencia de otros
tiempos.
Esta
reseña estaría incompleta sin hacer la obligada mención a las excelentes ilustraciones
de Ana Juan. Sus dibujos permiten que esos dos mundos que corren paralelos (el
del autor de una excentricidad y el de su resignada esposa). La ilustradora
capta perfectamente en sus láminas esos dos mundos: uno lúgubre e inquietante,
el otro, resignado y melancólico.
Francisco
Martínez Bouzas
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